El hoyo y Estiu 1993

No son comparables porque no tienen absolutamente nada que ver, pero...

EL HOYOGalder Gaztelu-Urrutia (2019)

Me gusta como historia, como reflexión, planteamiento, pero no tanto como cine.
Es una película para la razón y quizás ganaría más como literatura, ya que el ritmo de lectura es otro y lo masticas con un tiempo más adecuado.

Para conseguir cualquier cosa, necesitamos estar en el sistema, sistema del que no se puede salir. Un sistema en el que podemos hacernos preguntas o ni siquiera cuestionárnoslo. Un sistema de clases tan injusto que por necesidad, nos inculca un egoísmo extremo. Un sistema en el que ascender parece significar sufrir y morir para resurgir, como Cristo. Un sistema con tal fuerza que necesitamos ser un fuerte grande para cambiarla. Y ese fuerte se crea cuando las personas confían las unas en las otras.

Encuentro un mensaje parecido al de Interstellar (Nolan, 2014), "Dios somos nosotras", quienes podemos decidir cómo va a ser el futuro. Leí en alguna parte la idea del mensaje de la niña como símbolo de la juventud, que es dónde reside el peso del cambio, pero en realidad creo que el cambio tiene ser global. Porque con esa idea muchas personas se acomodan en la realidad en la que viven.

Cada persona analizará el final abierto desde su propia historia y pensamiento: para mí ya está muerto al llegar al nivel 333, un número diabólico (oprimidos), pero también el número de la jerarquía y del orden de la pirámide que nos sostiene (opresores). Entonces, ese número, incumbe a todas, la revolución puede empezar abajo, pero tiene que calar hasta las zonas más altas de la pirámide para que resulte en algo. Y esto me hace pensar en la idea de que la libertad no es hacer lo que me salga del coño sin pensar en los demás, surgiendo así del compromiso.

La idea de que por mucho que se intente cambiar, la sociedad egoísta y jerárquica va a seguir ejerciendo un control insuperable es bastante derrotista y debastadora, pero aún queda una esperanza: la de que la revolución se hace todas juntas.
La esperanza y la fe se reflejan también en el deseo de ascender a los cielos, al punto 0, a la vida acomodada. Y nunca nos conformamos. Siempre queremos más y más. El consumismo y la individualidad. 
Da para pensar qué tipo de esperanza quieres que te guíe, la de guiarte por una avaricia inmensurable para estar en la cima de la pirámide o la de guiarte por ver al otro como yo, creando lazos y redes de cooperación. Pensé bastante en la idea de Nietzsche de moral de amo y moral de esclavo, ambas tienen sus cosas.


ESTIU 1993, Carla Simón (2017)


Es una maravilla cinematográfica, juega con la poesía de la imagen y el sonido.
Es una película para la sensación, claro que esto es realismo y no ciencia ficción (me hace gracia que El hoyo se clasifique como ciencia ficción cuando es pura realidad).
A pesar de ser narrativa, se aproxima más a formas de cine más experimental, abstracto o contemplativo, centrándose más en la forma que en el contenido y exponiendo sin juzgar.

Me recordó un poco al estilo de O que arde (Óliver Laxe, 2019), concentrándose en el poder de los silencios, del ambiente circundante, de la naturaleza. Es autenticidad, sin ningún tipo de efectismo.
Habla de algo destructivo sin ningún tipo de violencia explícita, es más sutil. En El hoyo la violencia es tan explícita que te entra en el cerebro sí o sí, lo entiendes sí o sí, pero aquí va más de empatizar desde otro punto. Se acerca más a la vida, sin tanta explicación.
Y es naturalidad, amor, celos, espontaneidad, rabia, incomprensión, emociones, mujer.

Esta película me encanta como cine porque no sería posible en ningún otro formato. Es puramente cine.



El hoyo se centra en el ser y Estiu 1993 en el estar, en ese actuar no por llegar a ser alguien, por conseguir un título, una aprobación y una identidad, si no en actuar porque es lo que vivir implica. ¿O será al revés?