Tiempo para las actividades artísticas y espirituales.
Un organismo genéticamente modificado.
¿Qué hago cuando estoy sola?
Una casa limpia y perfecta, ¿para qué?, ¿para quién?
Centrarme en el estudio y avanzar.
Y me repito en las actividades artísticas y espirituales... como los mayas.
El efecto de la magdalena de Proust afinando el ukelele.
Me lleva a esos días de lluvia tocando con la orquesta. Olor de resina y a cerrado.
Qué buen día de lluvia. De viaje en ferry. De impro teatral. De sentir la felicidad llenando todo mi cuerpo. De cocina y de agradecimiento.
Cultivar sattva.
Experiencia, experiencia, experiencia.
La importancia de hacer música.
La importancia de respirar.
La importancia de crear.
La importancia de improvisar.
A veces que la gente no hable bien de ti puede ser una buena señal.
Tomarse un día para agradecer... y casualmente cuadra con el Día Internacional de la Danza.
Es esta la sensación de estar alineada con tu dharma.
Meter la libreta en la nevera para refrescar las ideas.
Un poco de impro, un poco de cocina.
Con el sentido del yoga, con el sentido de la vida.
Cómo va cambiando la lista de gente, que viene y que se va, siempre en movimiento.
Se anuncia un buen fin de semana, y aunque haya que cancelar planes en el último momento, no pasa nada.
Traer a la mente esa sensación de las clases de natación cuando era pequeña, de los partidos de baloncesto con el equipo, de las clases y las injusticias en el instituto.
Acordarme de esos momentos en la escuela de teatro, de creatividad, de frustración, tratando de crear la sensación de hogar en escena.
Ocuparse y comprometerse.
Insisto en la magdalena de Proust y a volver a eso con lo que conectaba de pequeña.
A la meditación en la natación.