Enero...

Año nuevo. Chico nuevo. Trabajo nuevo. Casa nueva. Corte nuevo. 

La vida es un continuo sorprenderse.

Cierro los ojos y pienso en ese baile con catarro con el que todo empezó.

Pienso en el primer día de nervios, de no saber cómo iba a gestionar lo que estaba por venir.

Pienso en pequeños momentos llenos de belleza. De inspiración. De poesía.

El primer día en que le di la mano a Saliou y en el que lo encontré en el lago.

En el poema de amor romántico de Fodie, escribiendo sobre eternidades con la ayuda del señor Google.

En un gesto de ayuda.

En una mirada de cariño. 

En una risa.

En comidas riendo y en la energía de Peke.

En el cansancio extremo del trabajo sin parar. En las horas extra de corazón.

Tres semanas intensas en las que se ve el progreso, en las que me siento llena en ese acercarse para compartir lo que uno es. Abriéndose. Conectándose.

Tantas cosas que pude haber escrito este mes... se quedarán para siempre en el tintero.

Decembro. Passagem de Ano.

Um pastor com o seu rebanho, atendendo ao telefone, enquanto as ovelhas se espalham pela estrada.

Ano novo, vida nova... nunca fez tanto sentido.

Um ritual de transição, carregado de incertezas e emoções conflituantes, que só encontra alívio na dança.

Dejarse llevar suena demasiado bien, e por momentos, acho que consegui.

Um jogo de máscaras.

Inseguranças que emergem, transportando-me ao passado.

Não me reconheci, nem reconheci... explorando estados que escapam às palavras.

De alguma forma, paralisei-me e julguei de antemão... talvez com prudência.

Perdi o ritmo da dança... mas parece que o comboio volta aos trilhos.